Junto con la tradición popular, varios autores se han hecho
eco de esta leyenda que ha llegado hasta nosotros, incluso con varias
versiones, y que también forma parte de nuestra historia.
El inicio se remonta muchos años atrás. Con un
trasfondo político religioso y por motivos oficiales de que los moriscos
"conversos" seguían practicando ocultamente la religión islámica, el
22 de Septiembre de 1609 se hace público en Valencia el decreto de expulsión de
todos los residentes en los reinos de España por razones de Estado e intereses
políticos de la nobleza. A partir de esta fecha empiezan a publicarse los
bandos en todos los Lugares, Pueblos y Villas cuya totalidad o parte de su
vecindario pertenezcan a dicho estamento social. El 21 de Octubre se publica el
edicto en Cocentaina y posteriormente en Muro, pueblos y valles de alrededor.
El
Comisario Real del Edicto D. Vicente Gevarda, venido a tal efecto, solicitó al
Conde de Cocentaina D. Gastón Ruiz de Corella y Moncada, y al Justicia de dicha
Villa, 20 hombres de guardia que le acompañasen el día 30 de Octubre a publicar
el bando en el Valle de Perpuchent. La petición fue denegada puesto que en
Fraga se alojaban ya los moriscos de Salem y esperaban aquella misma noche a
los de Albaida, y temiendo que hubiese alguna rebelión o tumulto, la Villa
Condal no podía quedar desabastecida con menos hombres de los necesarios.
Finalmente
se hizo la proclama en el Valle de Perpuchent ese mismo día 30 de Octubre de
1609: se conminaba y obligaba a que en el plazo de tres días salieran todos los
moriscos de sus respectivos lugares y partieran directamente al puerto de
Moraira, llevándose solamente los muebles y pertenencias que cada uno pudiera
cargar.
El
Edicto rezaba de la siguiente manera:
"Todos los moriscos deste reyno, assí hombres como mugeres, con sus
hijos, dentro de tres dias de como fuere publicado este vando en los lugares
donde cada uno vive y tiene su casa salgan del y vayan a embarcarse a la parte
donde el comisario que fuere a tratar desto les ordenare, siguiéndole y sus
órdenes; llevando consigo de sus haziendas muebles lo que pudieran en sus
personas para embarcarse en las galeras y navíos que estan aprestados para
passarlos a Berbería, adonde los desembarcarán sin que reciban mal tratamiento,
ni molestia en sus personas ni lo que llevaren de obra ni de palabra".
Para que los nuevos pobladores de los
lugares que quedaban vacíos pudieran aprender el arte del cultivo de las
tierras tal y como lo realizaban sus antiguos propietarios, se ordenó que de
cada 100 casas de moriscos, podían quedarse seis.
Al parecer en Beniarrés no quedó
ninguno, lo mismo que en todos los lugares del Valle (Beniarrés, L'Orxa,
Benillup y Canesia) puesto que estuvieron casi dos años completamente
despoblados, y aunque se intentó en vano repoblarlos todos, al final Benillup y
Canesia quedaron asolados definitivamente.
Según
Escolano, el Valle de Perpuchent, en tiempo de la expulsión, con sus cuatro
lugares (Benarraez, Benillup, Alquenecia
y Lorcha) tenía un total de 170 casas de moriscos que vivían de la
agricultura y ganadería.
Lo mismo ocurrió en la mayoría de los
lugares vecinos. Los moriscos que tenían derecho a quedarse se solidarizaron
con sus hermanos y partieron todos al exilio.
Las
consecuencias de la expulsión, tanto físicas como económicas, no fueron las
deseadas, mas bien resultaron nefastas. En todo el reino de Valencia son
expulsados 117.464 moriscos (1/3 de la población). Quedaron desiertas 17.328
casas, y de los 453 Lugares afectados, quedan totalmente despoblados 206 (el
45%), entre ellos Beniarrés.
Hasta aquí la triste historia de uno de
los acontecimientos más nefastos que acaecieron en el Reino de Valencia.
Cuenta la tradición que antes de partir
al exilio, los moriscos de estos Valles dejaron escondido un fabuloso tesoro en
una cueva del barranco que lleva las aguas del Río de Planes al Río de Alcoy
(Serpis) y dejaron a su custodia, por si acaso volvían, a una doncella
encantada como guardiana de sus riquezas. Con la base de este hecho, se han
creado leyendas diferentes que han llegado hasta nosotros. La primera y más
fantástica comenta que la doncella encantada es una hermosa mujer de cintura
para arriba, pero que de cintura para abajo tiene cuerpo y patas de oca. En su
cabeza lleva una hermosa diadema de oro puro que reluce bajo los rayos del sol
cada vez que realiza una de sus esporádicas salidas o paseos cada cien años.
Cuenta la leyenda que va en busca de algún campesino (preferiblemente pobre) que
esté cultivando los campos vecinos al barranco. Cuando lo encuentra (y se ha
repuesto del susto) le propone una pregunta: ¿cuál de los dos cosas preferiría
quedarse: la corona de oro o a ella misma (doncella mitad mujer mitad oca)? Si
el campesino elige la corona (como es de suponer a la vista del fenómeno que se
le presenta como doncella), se da por supuesto que es un avaricioso y codicioso
de riquezas y allí mismo le da muerte haciendo desaparecer su cadáver en lo más
fragoso del barranco. Si por el contrario la elige a ella (cosa poco probable),
le lleva a su cueva para que disfrute de los tesoros, pero con la condición de
que quedará encantado como ella para toda la eternidad. Lo tiene mal, pues,
quien se encuentre con esta Encantada. Decida lo que decida, desaparecerá para
siempre de una manera o de otra.
La más común de las leyendas sobre esta
historia es la que nos relata que los moros escondieron un fabuloso tesoro en
una cueva del barranco y para su custodia lo dejaron bajo la protección de una doncella
encantada, que, una vez cada cien años, se deja ver entre las solitarias peñas
del barranco y quien la encuentre será el dueño de las fabulosas riquezas
ocultas por el encantamiento.
Antonio José Cavanilles, en 1792 hace
las siguientes reflexiones al respecto en su "Historia Natural, Geografía,
Agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia":
"47. ..... aprovechar las aguas. Van cayendo estas al barranco que
la ignorancia y la credulidad llamó de la Encantada por la piedra circular de
unos cinco pies de diámetro, que en forma de ventana cerrada se ve en la
garganta del barranco á 20 pies sobre el nivel ordinario de las aguas. En esta
fingió el vulgo la boca de cierta mina, donde los Moros escondieron sus
tesoros, y dexáron encantada una doncella, que cada 100 años sale para volver á
entrar en el mismo dia. Fábulas indignas de hombres juiciosos, perpetuadas
solamente por la supersticion é ignorancia. Quanto ofrece aquel barranco es
natural y efecto de las aguas, que abriéron un callejon profundo, y dexáron por
ambos lados cortes casi perpendiculares de mas de 50 varas. En el de la derecha
se halla la citada piedra en un sitio de tan dificil acceso, que para llegar á
él es preciso ó descolgarse por una soga desde mucha altura, ó pasar de la izquierda
á la derecha atravesando antes un largo madero: operaciones ambas muy
arriesgadas, por hallarse un profundo pozo de agua en aquella parte del
barranco. Hubo no obstante quien pasó y grabó en la piedra dos cruces, y mas
abaxo dos líneas, una con la voz año,
y otra con el número 1573;
debiéndose notar que la cifra 5 está algo desfigurada, y que la superficie
entera de la piedra presenta un color mucho mas obscuro que las cifras y las
letras, en medio de verse allí grabadas de tiempo inmemorial, como me aseguraron
personas fidedignas".
Cavanilles, con el dato de la fecha,
1573, desmonta por completo la tradición de que la leyenda nace con la
expulsión de los moriscos de 1609. Sobre esta fecha habría que destacar que
tiene sentido si miramos un poco la historia: el 13 de septiembre de 1525,
Fernando de Aragón dispuso la orden de conversión general de los moriscos con
la disyuntiva de acatarla o ser expulsados. En 1535 se fundan cuatro parroquias
dependientes de Santa María de Cocentaina: El Salvador, de la misma Cocentaina,
Alcudia, Gaianes y Muro. Constatado el fracaso de las conversiones, en 1563 se
decreta el desarme de los moriscos de todo el reino ante su negativa a
bautizarse. Empieza a gestarse de nuevo la palabra "expulsión". Al
tomar posesión en 1569 de la diócesis Juan de Ribera, la situación de los
moriscos no había variado en absoluto. Es más ese mismo año se produjo la
revuelta granadina de Las Alpujarras, se temió que la rebelión se propagase a
los valles de Perputxent, Travadell y Guadalest. En 1571 se convocó a los
consejos (Justicias, Jurados y Alamines) de L'Orxa, Beniarrés, Benillup, Raval
de Cocentaina, Alcudia, Beniasmet, Benataire, Muro, Alcosser, Gaianes,
Turballos, Setla, Benifit, Benámer, etc., por el que el Santo Oficio ofrece una
tregua para posibilitar la conversión. El 1573 y 1574 se crean el resto de las
parroquias de la zona. Es una época oscura y de incertidumbre que hace creíble
que en 1573 los moriscos de estos lugares intentaran guardar sus tesoros.
Siguiendo con nuestro relato, Figueras
Pacheco, en su "Geografía del Reino de Valencia" en el Tomo de la
provincia de Alicante de 1913 nos comenta:
"Cruza igualmente el término el barranco de la Encantada, que
procede de Alcalá de la Jovada y desemboca en el Serpis por los campos de
Beniarrés. Recibe su nombre, este barranco, de una mina que supone existe junto
a él, donde los moros escondieron sus tesoros, y dejaron encantada a una
doncella, que sale una vez cada cien años para volver a entrar el mismo día.
Una losa aproximadamente circular de metro y medio de diámetro, aparece en el
estrecho del barranco, cerrando el supuesto subterráneo. Hace diez o doce años (hacia
1900) se intentó volar con pólvora
aquella puerta de roca, para descubrir lo que hubiere tras ella, pero no se
consiguió arrancarla, ya porque el encantamiento es muy grande, ya tal vez
porque la cantidad de pólvora fue pequeña".
Esta hermosa leyenda de nuestras
tierras, nos sitúa frente a una civilización islámica que pervivió en estos
parajes durante ocho siglos y que tras ser expulsados por oscuros motivos nos
dejan varias lecciones: en primer lugar la avidez depredadora de los señores
feudales por tener en posesión bienes y riquezas de los campesinos más
desfavorecidos, los cuales la leyenda relata que tienen que esconderlos. Acto
seguido el hecho de esconderlos y dejar una doncella como guardiana de ellos
implica la esperanza de volver a recuperarlos y un sentimiento nostálgico de
retorno a las tierras perdidas. Y por último la consabida moraleja de la
avaricia de las riquezas que lleva a las gentes a buscar desesperadamente el
lugar concreto, e incluso explosionar la piedra con pólvora. De todas maneras,
mezcla de historia y mezcla de leyenda ha llegado hasta nosotros para hacer
volar nuestra imaginación y poder transmitirla a nuestros hijos y nietos.
J. VICENT MONCHO i GRAU
BIBLIOGRAFIA
Historia
de L'Alcoià, El Comtat y la Foia de Castalla. Varios autores. Tomo I. Alicante
1996.
Montañas
Valencianas. Comarcas Alicantinas. Rafael Cebrián. Tomo IV. Valencia 1991.
Observaciones
sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, Población y Frutos del Reyno
de Valencia. Antonio José Cavanilles. Tomo II. Madrid, Imprenta Real. 1797.
Edición facsímil. Valencia 1995.
Geografía
del Reino de Valencia. Tomo Provincia de Alicante. Francisco Figueras Pacheco.
Barcelona 1913.
Entre
el Serpis y el Benicadell, un pueblo: Beniarrés. María Elia Sellés Gozálbez.
Alcoy 1983.
Tradición
oral.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada