dilluns, 30 de setembre del 2013

LA LEYENDA DEL BARRANC DE L'ENCANTÁ

         Junto con la tradición popular, varios autores se han hecho eco de esta leyenda que ha llegado hasta nosotros, incluso con varias versiones, y que también forma parte de nuestra historia.

         El inicio se remonta muchos años atrás. Con un trasfondo político religioso y por motivos oficiales de que los moriscos "conversos" seguían practicando ocultamente la religión islámica, el 22 de Septiembre de 1609 se hace público en Valencia el decreto de expulsión de todos los residentes en los reinos de España por razones de Estado e intereses políticos de la nobleza. A partir de esta fecha empiezan a publicarse los bandos en todos los Lugares, Pueblos y Villas cuya totalidad o parte de su vecindario pertenezcan a dicho estamento social. El 21 de Octubre se publica el edicto en Cocentaina y posteriormente en Muro, pueblos y valles de alrededor.

        El Comisario Real del Edicto D. Vicente Gevarda, venido a tal efecto, solicitó al Conde de Cocentaina D. Gastón Ruiz de Corella y Moncada, y al Justicia de dicha Villa, 20 hombres de guardia que le acompañasen el día 30 de Octubre a publicar el bando en el Valle de Perpuchent. La petición fue denegada puesto que en Fraga se alojaban ya los moriscos de Salem y esperaban aquella misma noche a los de Albaida, y temiendo que hubiese alguna rebelión o tumulto, la Villa Condal no podía quedar desabastecida con menos hombres de los necesarios.

        Finalmente se hizo la proclama en el Valle de Perpuchent ese mismo día 30 de Octubre de 1609: se conminaba y obligaba a que en el plazo de tres días salieran todos los moriscos de sus respectivos lugares y partieran directamente al puerto de Moraira, llevándose solamente los muebles y pertenencias que cada uno pudiera cargar.

        El Edicto rezaba de la siguiente manera:

"Todos los moriscos deste reyno, assí hombres como mugeres, con sus hijos, dentro de tres dias de como fuere publicado este vando en los lugares donde cada uno vive y tiene su casa salgan del y vayan a embarcarse a la parte donde el comisario que fuere a tratar desto les ordenare, siguiéndole y sus órdenes; llevando consigo de sus haziendas muebles lo que pudieran en sus personas para embarcarse en las galeras y navíos que estan aprestados para passarlos a Berbería, adonde los desembarcarán sin que reciban mal tratamiento, ni molestia en sus personas ni lo que llevaren de obra ni de palabra".

         Para que los nuevos pobladores de los lugares que quedaban vacíos pudieran aprender el arte del cultivo de las tierras tal y como lo realizaban sus antiguos propietarios, se ordenó que de cada 100 casas de moriscos, podían quedarse seis.

         Al parecer en Beniarrés no quedó ninguno, lo mismo que en todos los lugares del Valle (Beniarrés, L'Orxa, Benillup y Canesia) puesto que estuvieron casi dos años completamente despoblados, y aunque se intentó en vano repoblarlos todos, al final Benillup y Canesia quedaron asolados definitivamente.

Según Escolano, el Valle de Perpuchent, en tiempo de la expulsión, con sus cuatro lugares (Benarraez, Benillup, Alquenecia y Lorcha) tenía un total de 170 casas de moriscos que vivían de la agricultura y ganadería.

         Lo mismo ocurrió en la mayoría de los lugares vecinos. Los moriscos que tenían derecho a quedarse se solidarizaron con sus hermanos y partieron todos al exilio.

        Las consecuencias de la expulsión, tanto físicas como económicas, no fueron las deseadas, mas bien resultaron nefastas. En todo el reino de Valencia son expulsados 117.464 moriscos (1/3 de la población). Quedaron desiertas 17.328 casas, y de los 453 Lugares afectados, quedan totalmente despoblados 206 (el 45%), entre ellos Beniarrés.

         Hasta aquí la triste historia de uno de los acontecimientos más nefastos que acaecieron en el Reino de Valencia.

         Cuenta la tradición que antes de partir al exilio, los moriscos de estos Valles dejaron escondido un fabuloso tesoro en una cueva del barranco que lleva las aguas del Río de Planes al Río de Alcoy (Serpis) y dejaron a su custodia, por si acaso volvían, a una doncella encantada como guardiana de sus riquezas. Con la base de este hecho, se han creado leyendas diferentes que han llegado hasta nosotros. La primera y más fantástica comenta que la doncella encantada es una hermosa mujer de cintura para arriba, pero que de cintura para abajo tiene cuerpo y patas de oca. En su cabeza lleva una hermosa diadema de oro puro que reluce bajo los rayos del sol cada vez que realiza una de sus esporádicas salidas o paseos cada cien años. Cuenta la leyenda que va en busca de algún campesino (preferiblemente pobre) que esté cultivando los campos vecinos al barranco. Cuando lo encuentra (y se ha repuesto del susto) le propone una pregunta: ¿cuál de los dos cosas preferiría quedarse: la corona de oro o a ella misma (doncella mitad mujer mitad oca)? Si el campesino elige la corona (como es de suponer a la vista del fenómeno que se le presenta como doncella), se da por supuesto que es un avaricioso y codicioso de riquezas y allí mismo le da muerte haciendo desaparecer su cadáver en lo más fragoso del barranco. Si por el contrario la elige a ella (cosa poco probable), le lleva a su cueva para que disfrute de los tesoros, pero con la condición de que quedará encantado como ella para toda la eternidad. Lo tiene mal, pues, quien se encuentre con esta Encantada. Decida lo que decida, desaparecerá para siempre de una manera o de otra.

         La más común de las leyendas sobre esta historia es la que nos relata que los moros escondieron un fabuloso tesoro en una cueva del barranco y para su custodia lo dejaron bajo la protección de una doncella encantada, que, una vez cada cien años, se deja ver entre las solitarias peñas del barranco y quien la encuentre será el dueño de las fabulosas riquezas ocultas por el encantamiento.

         Antonio José Cavanilles, en 1792 hace las siguientes reflexiones al respecto en su "Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia":

"47. ..... aprovechar las aguas. Van cayendo estas al barranco que la ignorancia y la credulidad llamó de la Encantada por la piedra circular de unos cinco pies de diámetro, que en forma de ventana cerrada se ve en la garganta del barranco á 20 pies sobre el nivel ordinario de las aguas. En esta fingió el vulgo la boca de cierta mina, donde los Moros escondieron sus tesoros, y dexáron encantada una doncella, que cada 100 años sale para volver á entrar en el mismo dia. Fábulas indignas de hombres juiciosos, perpetuadas solamente por la supersticion é ignorancia. Quanto ofrece aquel barranco es natural y efecto de las aguas, que abriéron un callejon profundo, y dexáron por ambos lados cortes casi perpendiculares de mas de 50 varas. En el de la derecha se halla la citada piedra en un sitio de tan dificil acceso, que para llegar á él es preciso ó descolgarse por una soga desde mucha altura, ó pasar de la izquierda á la derecha atravesando antes un largo madero: operaciones ambas muy arriesgadas, por hallarse un profundo pozo de agua en aquella parte del barranco. Hubo no obstante quien pasó y grabó en la piedra dos cruces, y mas abaxo dos líneas, una con la voz año, y otra con el número 1573; debiéndose notar que la cifra 5 está algo desfigurada, y que la superficie entera de la piedra presenta un color mucho mas obscuro que las cifras y las letras, en medio de verse allí grabadas de tiempo inmemorial, como me aseguraron personas fidedignas".

         Cavanilles, con el dato de la fecha, 1573, desmonta por completo la tradición de que la leyenda nace con la expulsión de los moriscos de 1609. Sobre esta fecha habría que destacar que tiene sentido si miramos un poco la historia: el 13 de septiembre de 1525, Fernando de Aragón dispuso la orden de conversión general de los moriscos con la disyuntiva de acatarla o ser expulsados. En 1535 se fundan cuatro parroquias dependientes de Santa María de Cocentaina: El Salvador, de la misma Cocentaina, Alcudia, Gaianes y Muro. Constatado el fracaso de las conversiones, en 1563 se decreta el desarme de los moriscos de todo el reino ante su negativa a bautizarse. Empieza a gestarse de nuevo la palabra "expulsión". Al tomar posesión en 1569 de la diócesis Juan de Ribera, la situación de los moriscos no había variado en absoluto. Es más ese mismo año se produjo la revuelta granadina de Las Alpujarras, se temió que la rebelión se propagase a los valles de Perputxent, Travadell y Guadalest. En 1571 se convocó a los consejos (Justicias, Jurados y Alamines) de L'Orxa, Beniarrés, Benillup, Raval de Cocentaina, Alcudia, Beniasmet, Benataire, Muro, Alcosser, Gaianes, Turballos, Setla, Benifit, Benámer, etc., por el que el Santo Oficio ofrece una tregua para posibilitar la conversión. El 1573 y 1574 se crean el resto de las parroquias de la zona. Es una época oscura y de incertidumbre que hace creíble que en 1573 los moriscos de estos lugares intentaran guardar sus tesoros.
         Siguiendo con nuestro relato, Figueras Pacheco, en su "Geografía del Reino de Valencia" en el Tomo de la provincia de Alicante de 1913 nos comenta:
"Cruza igualmente el término el barranco de la Encantada, que procede de Alcalá de la Jovada y desemboca en el Serpis por los campos de Beniarrés. Recibe su nombre, este barranco, de una mina que supone existe junto a él, donde los moros escondieron sus tesoros, y dejaron encantada a una doncella, que sale una vez cada cien años para volver a entrar el mismo día. Una losa aproximadamente circular de metro y medio de diámetro, aparece en el estrecho del barranco, cerrando el supuesto subterráneo. Hace diez o doce años (hacia 1900) se intentó volar con pólvora aquella puerta de roca, para descubrir lo que hubiere tras ella, pero no se consiguió arrancarla, ya porque el encantamiento es muy grande, ya tal vez porque la cantidad de pólvora fue pequeña".
         Esta hermosa leyenda de nuestras tierras, nos sitúa frente a una civilización islámica que pervivió en estos parajes durante ocho siglos y que tras ser expulsados por oscuros motivos nos dejan varias lecciones: en primer lugar la avidez depredadora de los señores feudales por tener en posesión bienes y riquezas de los campesinos más desfavorecidos, los cuales la leyenda relata que tienen que esconderlos. Acto seguido el hecho de esconderlos y dejar una doncella como guardiana de ellos implica la esperanza de volver a recuperarlos y un sentimiento nostálgico de retorno a las tierras perdidas. Y por último la consabida moraleja de la avaricia de las riquezas que lleva a las gentes a buscar desesperadamente el lugar concreto, e incluso explosionar la piedra con pólvora. De todas maneras, mezcla de historia y mezcla de leyenda ha llegado hasta nosotros para hacer volar nuestra imaginación y poder transmitirla a nuestros hijos y nietos.

J. VICENT MONCHO i GRAU
BIBLIOGRAFIA

Historia de L'Alcoià, El Comtat y la Foia de Castalla. Varios autores. Tomo I. Alicante 1996.

Montañas Valencianas. Comarcas Alicantinas. Rafael Cebrián. Tomo IV. Valencia 1991.

Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, Población y Frutos del Reyno de Valencia. Antonio José Cavanilles. Tomo II. Madrid, Imprenta Real. 1797. Edición facsímil. Valencia 1995.

Geografía del Reino de Valencia. Tomo Provincia de Alicante. Francisco Figueras Pacheco. Barcelona 1913.

Entre el Serpis y el Benicadell, un pueblo: Beniarrés. María Elia Sellés Gozálbez. Alcoy 1983.


Tradición oral.